
Sin embargo, por lo general se nos educa para ser consumidores de ese caudal gigante de imágenes y sonidos que, como todos sabemos, responden en su inmensa mayoría a intereses comerciales y privados. Solo una pequeña parte, encubierta por todo el resto, se dedica al desarrollo de la educación y a la libre explotación creativa de estas herramientas, o sea, al arte.
Hace 100 años, las cámaras eran solo un par de decenas en todo el mundo y estaban construidas con madera, hace 30 años las computadoras eran muy pocas, ocupaban grandes habitaciones y en lugar de tener monitores perforaban cartones que debían ser traducidos a mano.
Hoy, contamos con más y mejores herramientas, pero la creatividad no se encuentra en el pincel del pintor sino en sus profundos deseos y frustraciones, en sus vivencias y en el trabajo puesto sobre el lienzo.
De igual manera, nuestras modernas camaritas son bellas cuando trabajan junto a nuestra imaginación para sacar a la luz nuestro sueño.

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